martes, 17 de marzo de 2009

Entrevista a Alberto Breccia: "Por algún lado hay que empezar" IV parte

Saccomanno: Como ilustrador, vos trabajaste en Códex, en Abril.

Breccia: Sí, pero en Códex fue después, en el 65. En la década del 30, hice ilustraciones en mi colección policial, en Captura, y también en la revista Nocturno, en Editorial Abril.

Trillo: Háblanos un poco de la gente de Abril.

Breccia: Bueno, ahí, trabajaban el gordo es que es actor de teatro, Onofre Lovero, que creo que dirigía Nocturno, y también Nale Roxlo, cuyo cuento “La Escuela de las Hadas” yo había ilustrado en el 48.Y Leónidas Barletta, Isaaac Aisemberg. Y los tanos: Faustinelli, Ongaro, Lowenthal, Pratt. También estaba Portas, que firmaba los guiones como Julio Almada, que era una especie de supervisor de guionistas.

Trillo: Vos no hiciste historieta seria en Abril.

Breccia: No, solamente cuentos infantiles y algunas historietas para chicos, como “Perrito Doctor”, en Gatito. Y un montón de episodios de “El Diario de mi Amiga”.

Saccomanno: Vos llegaste a trabajar simultáneamente en Códex, Abril y Quinterno.

Breccia: Sí, pero en Códex muy poco. En el 57 hice Pancho López, y después con mi ayudante Ballesteros dibujábamos toda la revista Peter Pan. Pero eso duró muy poco.

Saccomanno: ¿Cuándo conociste a Pratt?

Breccia: Fue mucho antes de Hora Cero. En una cena de dibujantes. Y nos hicimos bastante amigos.

Trillo: La anécdota esa que figura en todas tus biografías europeas, y que dice que el Tano te dijo que eras una especie de mujer de la vida, dibujando mucho peor de lo que podías, es posterior.

Breccia: Sí, muy posterior. Fue en el auto de Bayón, por Palermo. Era un Chevrolet y Bayón siempre se olvidaba de sacarle los frenos, lo llevaba siempre frenado. Si habrá gastado gomas el pobre Bayón con ese auto…

Saccomanno: ¿Con Ongaro, nunca hiciste nada?

Breccia: Recién en los últimos años, dibuje un par de guiones suyos para Record. Pero en esa época, no. Me acuerdo que lo llamé para que escribiera cuentos en mi revista Captura, pero nunca pudimos concretar. Claro la revista duro tan poco…

Saccomanno: En esa época, guionistas no habían muchos, ¿no?

Breccia: Bastantes, no creas. Estaba Ongaro, estaba Héctor. Y en Patoruzito: Wadel, Dante del Palo, que era comentarista deportivo, Mariano de la Torre, y que hizo “Tucho de canillita a campeón”. También estaba el hijo del pintor Quirós, que escribía una historieta dibujada por Mottini.

Trillo: Hay una cosa que dijimos en la Historia de la Historieta en Tit-Bits, y es que algo se muere en los 50s. Como si ante el afianzamiento de Patoruzito y el crecimiento de Misterix, los editores de cosas importadas, los Tor los Láinez, todos esos que recortaban malamente historietas yanquis y las traducían como la mona, todos empezaron a aflojar, a desaparecer.

Breccia: Claro, a partir de Quinterno, sobre todo, los personajes se hacen más pensados.

Trillo: O más nuestros, como ese Vito Nervio que hacías con Wadel, que era una proyección fantástica del hombre argentino: vivía en Paris, tomaba mate en las catacumbas, luchaba, y vencía a malvados que otra que Sax Romher , y tenia rendida a sus pies a Madame Zabat, que era la mujer mas hermosa del mundo. Realmente Vito era lo que todo argentino tenía ganas de ser…

Breccia: Sí. O ese Tucho que era un boxeador como tantos que uno conoció acá, en Buenos Aires.

Trillo: O las cómicas como ese Don Pascual que era ni más ni menos que el almacenero de la esquina. O Langostino, que era un botero del Riachuelo…

Breccia: Quinterno llevaba a Patoruzito, que era su revista de historietas, lo que había impuesto con Patoruzu: una filosofía que decía que todo debía de ser hecho a nuestra manera, con una visión argentina de las cosas. Y así empezó la verdadera transformación de nuestra historieta.

Saccomanno: En la otra vereda, en la otra editorial, Civita trataba de aprender cómo se hacía, también. Y como era un señor europeo, pero ve que a Quinterno le va bien con lo que hace, decide traer a sus dibujantes italianos y a su guionista para que trabajen aquí.

Trillo: También pone a trabajar a Oesterheld, que es el que en realidad termina de inventar el nuevo código: una cosa humanista, con héroes grupales, con cosas que recién se verían muchos años después en los spaguetti westerns producidos en Italia. Y por primera vez, lo que se hace aquí no tiene nada que ver con la historieta yanqui, nos hemos desprendido completamente, y comenzamos a andar por un camino propio.

Breccia: Todo eso lo impone Oesterheld.

Saccomanno: Claro, pero el espacio se lo da Civita.

Trillo: Y entonces es como el tiro de gracia para todos los editores que no comprenden el cambio.

Saccomanno: ¿Cuándo, dónde conoces a Oesterheld?

Breccia: En la casa de Pratt. Todos ellos estaban todavía en Abril. Después Héctor saca Frontera y Hora Cero y pone a Pablo Pereyra como director de arte. Héctor le dice a Pereyra que le gustaría que yo colaborara. Y Pereyra, sin consultarme, le contesta que a mí no me va a interesar.

Saccomanno: Por eso no colaboraste al principio del proyecto…

Breccia: Pasa entonces bastante tiempo, un año o algo así. Hasta que sucede el episodio de Pratt, que me insulta porque no trabajo con ganas. Y es a instancias de Hugo que Héctor me ofrece un argumento. El argumento es el primer episodio de Sherlock Time. Entonces yo, para darle pica a Pratt lo dibujo con un poco más de esmero. Y al poco tiempo, Hugo me invita a cenar en su casa de Acassuso, y en medio de la comida me dice:”Me dio tanta rabia ver tu historieta que la tengo acá escondida. Pero es muy buena”.

Saccomanno: Y así nació el Sherlock Time. Y decinos: ¿Qué impresión te produjo el primer guión de Oesterheld?

Breccia: Noté que era un gran trabajo. Que ya se podía remontar vuelo. Era el episodio de “La Gota”. En esa época yo tenía casi 40 años.

Trillo: ¿En esa época comienza entonces tu contacto más profundo con Oesterheld?

Breccia: No. Yo hice alguna cosa más para Hora Cero y después dejamos de colaborar juntos por varios años. Porque después vino el episodio de los ingleses, que en mi caso se dio así: un día estaba en casa y se me apareció Bayón con la noticia de que una editorial ingles le había pedido a Hugo Pratt que se contactara conmigo porque querían encargarme algunos trabajos. Yo a Bayón mucho no le creía, porque se la pasaba siempre fantaseando con las posibilidades maravillosas que había en Europa, y nunca pasaba nada. Me acuerdo que se quedó a comer y cuando de iba, y yo ya me había olvidado de lo que me había anunciado al llegar, me repite: Mañana te va a llamar Hugo para darte detalles”. Y así fue, nomás.

Saccomanno: ¿Quiénes trabajaron apara los ingleses en esa época?

Breccia: Casi todos, Pratt hizo la punta, y atrás de él empezaron a trabajar Roume y Jorge Moliterni, y Solano López. Algunos, Hugo, Roume se fueron incluso a Inglaterra enseguida, Yo tardé un poco mas pero, pero al final me fui también un tiempo.

Trillo: Los ingleses en realidad, produjeron el vaciamiento de Hora Cero y Frontera.

Saccomanno: ¿Pagaba bien Hora Cero?

Breccia: Sí, pero los ingleses pagaban en libras esterlinas, que en esa época eran muy fuertes.

Saccomanno: ¿Qué fue lo último que hiciste para Editorial Frontera?

Breccia: El episodio de Sherlock Time que salió en Hora Cero Semanal. Además, a Héctor el personaje no le gustaba. El era prácticamente el único argumentista de la revista. Hablaba a un grabador y una secretaria le pasaba los guiones en limpio.

También hice en Hora Cero un guión escrito por Jorge Oesterheld, que era hermano de Héctor y el director de la editorial. “Arena, sol” se llamaba la historieta. Firmaba Jorge Mora, era ingeniero agrónomo y fue funcionario importante del gobierno de Lanussse.

Trillo: Estamos llegando a la parte en que sos un tipo más formado.

Breccia: Malformado.

Saccomanno: Volvamos entonces a la pintura, que tiene tanta relación con todo lo que haces.

Breccia: Yo empecé pintar cuando era un pibe y vivía en Mataderos. Me acuerdo que agarraba una cajita, metía las témperas y un vaso de agua de esos con tapa, la ataba al manubrio de la bicicleta, y me iba pedaleando hasta San Miguel a hacer paisajes.

Saccomanno: Que pintores te gustaban.

Breccia: Siempre me gustaron Breuguel, El Bosco. También Figari.

Saccomanno: Nunca aprendiste a dibujar.

Breccia: No, no…Siempre fui un autodidacta.

Saccomanno: Casi nunca se habla de la relación de la historieta con la plástica. Se menciona siempre su vinculación con el cine. De esto se ha escrito, incluso, demasiado. Pero de historieta y pintura, se ha dicho muy poco.

Breccia: No entiendo dónde quieren llegar. Yo manejo la historieta, o la percibo a través de sentimientos, no de realidades. Admiro mucho a Salinas, a Battaglia, a Buzzelli. Pero por sobre todas las cosas admiro a Pratt, porque Pratt usa menos elementos para decir las cosas. El, cuando utiliza un elemento que no dibuja con sus manos, como el famoso trencito del Corto Maltés, se viene abajo.

Trillo: Yo creo que el agradecimiento que Pratt incluyó en su historieta al autor del trencito, era, en realidad una apertura de paraguas, como si dijera: “Ojo, ¿eh? Esos trenes no los dibuje yo”.

Breccia: Ahí deja de ser Pratt. Es un injerto.

Saccomanno: ¿Cuándo dibujas historietas, sentís lo mismo que cuando pintas?

Breccia: Es igual, siento lo mismo. Es el placer de hacer cosas.

Saccomanno: Volviendo a un tema que bocetamos hace un rato: en otros dibujantes de historietas (incluso en tu admirado Pratt), uno encuentra influencias de otros historietistas, a lo sumo de algún ilustrador. Pero en tu caso, las influencias, si las hay, deben buscarse también en la plásticas. No se puede hablar hoy de que vos tengas influencias de Caniff, precisamente.


Trillo: Los marginales se marginan hacia los costados, por alguna razón que tiene que ver con sus elementos de producción. Vos sos el único marginal que se margina hacia arriba del género llamado menor, hacia la plástica. O hacia debajo de la pintura, hacia la historieta. Esto, claro, si fuera cierta esta estupidez que dice que hay géneros que están arriba y géneros que están abajo.

Saccomanno: Pucha que sos raro, ¿no?

Trillo: Porqué a vos una historieta convencional te sale perfectamente. Y sos un maestro a la “clásica” cuando se trata de ganarte el mango, pero evidentemente, preferís ir en otra dirección, con ese producto complejo y lleno de significaciones que tanto ha dado de hablar en los últimos años.

Saccomanno: Y bueno ¿Qué vas a hacer, tomar otro café?
Continuará...

jueves, 5 de marzo de 2009

Conociendo a Carlos Trillo y Juan Sasturain






Por Iván Castilejo


Pasé a recoger a Gabriel Zárate antes de dirigimos al aeropuerto, esa noche llegaban de la Argentina Carlos Trillo y Juan Sasturain, invitados como expositores a la Feria del Libro de Lima.
Ya en el aeropuerto nos dirigimos a ese espacio de expectación y ansiedad que es la sala de arribos internacionales, allí nos encontramos con Carlos Crisóstomo, Benjamín Corzo y José Antonio Vilca, juntos esperamos por 20 minutos hasta que aparecieron por la puerta de vidrio, campantes, entretenidos en una conversación de amigos, Juan Sasturaín y Carlos Trillo. Alzamos la mano haciéndoles una señal para que se acercaran; nos saludaron muy calurosamente, Juan nos abrazaba como a sus hijos, era sin duda un tipo muy carismático, Carlos Trillo, un poco mas serio, también se acercó a saludarnos amablemente, eran indiscutiblemente dos tipos fuera de serie, con un calor y una modestia muy diferente al perfil del argentino típico que percibimos en el inconsciente colectivo.
Gabo y yo tuvimos la suerte de llevarlos en mi auto hasta el hotel; pues a partir de ese momento en adelante nos convertimos en sus guías durante su estadía, en el trayecto, Juan Sasturain y Carlos Trillo conversaban sobre acontecimientos recientes y cotidianos que podían convertirse en parte de un argumento o de un guión de historietas, era como presenciar a dos artesanos mientras fabrican con sus manos una obra de arte. Al llegar al hotel ya teníamos una idea clara de las personalidades de ambos: Juan, de personalidad suelta, locuaz y muy comunicativo era como un padre para Carlos, como un tío que le da consejos, que ha vivido más y que por la envergadura de su experiencia, le aporta ideas que Carlos recoge diligentemente, que analiza y atesora como un auténtico fabricante de relatos visuales, universos y situaciones propicias para plasmarlas en una nueva historieta, Trillo es un tipo muy reflexivo, algo tímido, para ser una personalidad reconocida y seguramente abordada con frecuencia por los medios; que a cada paso que da encuentra material en sus vivencias para incorporarlas a un argumento en construcción, es en buena cuenta un maestro de la historieta.
Gabo posee un vasto conocimiento de la extensa obra de Carlos Trillo, entre las que he leído están Alvar Mayor, El Loco Chávez, Un Tal Daneri, Las Puertitas del Señor López, Charlie Moon, etc. La obra completa de Carlos Trillo puedes verla en el artículo publicado por Gabriel Zárate en este blog el 23 de julio del 2008.
Juan Sasturaín desarrolló el Argumento de su obra maestra “Perramus”, dibujada por el gran maestro de la historieta argentina Alberto Breccia, Y actualmente es editor de la revista Fierro, cuyo nombre compró luego de muchos años desde que esta revista desapareció de circulación, para revivirla y preservar su continuidad.
Durante su estadía en Lima, Juan Sasturain y Carlos Trillo compartieron sus conocimientos y vivencias con aficionados, fanáticos y amigos, como Juan Acevedo con quien han cultivado una amistad de larga data; es precisamente en una conferencia sobre la Historieta y la Educación que comparten Juan Acevedo y Juan Sasturain en la Feria de Libro donde Sasturaín menciona algo que se me dejó pensando:
Sasturain: “…es que todos los contenidos, las técnicas, las innovaciones, aplicadas al sistema educativo a las prácticas dentro del aula, se encuentran con una estructura profundamente anquilosada, que tiene que ver con la mal formación de nuestros docentes… …uno de los problemas es la capacidad que tiene nuestro sistema educativo para embalsamar todo, todo lo que llega vivo lo convierte en una especie de simulacro duro, empedernido, formalizado, que pierde absolutamente toda su frescura, no se si soy oscuro con esto, pero creo que me entienden; entonces una propuesta tan rica, como es por ejemplo que enseñemos a los chicos la historieta como una manera de expresión, rápidamente (porque yo he asistido a esto), se convierte en un problema más, en algo más que los chicos tienen que estudiar, aprender de memoria los nombres de las actividades, los tipos de historietas que se pueden hacer, luego empiezan las consignas, dar las consignas y nombres estructurados, es decir cualquier cosa fresca, expresiva, natural, rápidamente lo agarran las maestras y lo convierten en algo insoportable… y hay una convicción cultural con un condicionamiento muy poderoso en la institución educativa que tiende a embalsamar, a convertir todo aquello que entra fresco en un frasco de formol, por lo tanto lo que ya naturalmente sucede con los jóvenes, es que rechazan por prejuicio y por principio, los contenidos que pasan a través del sistema educativo, incluso aquellos contenidos que pretenderían romper con esta estructura…”
Sasturain y Trillo conversaron, opinaron y disertaron largamente sobre temas relativos a la historieta, Carlos Trillo incluso dio una clase magistral de cómo se construye un guión para historieta, y nos envió días después el guión de Sick Bird que está publicado en un artículo de este blog del primero de setiembre del 2008.
Durante su estadía Carlos habló de su trabajo, es por eso que quiero destacar un pasaje de los conversatorios donde Carlos Crisóstomo pregunta lo siguiente: “… en argentina, en el año 74 ediciones Record lanza la revista Skorpio aquí tenemos el número uno de Skorpio, y luego esta revisa se mantuvo 22 años en el mercado, aquí tengo el último número que es el 235, entre ambas revistas hay 22 años de tiempo transcurrido, esta revista causó mucho impacto en los lectores, yo fui uno de ellos y retomé la colección de historietas por ejemplo, mi pregunta va… ¿qué significó Skorpio en Argentina, que pasaba en esas épocas, y si este proyecto se puede repetir?
A lo que Carlos Trillo respondió: “Yo trabajé en Skorpio, bastante, una época, estaba bien en su momento, porque lo que existía eran las revistas de editorial Columba que tenían como un sesgo ideológico y una posición ante el mundo, en la editorial había una foto del Papa enorme, en la recepción, que hablaba de una cosa ideológica, las historias podían ser negras, podían morir los japoneses, los japoneses tenían que ser los malos y los yanquis los buenos, todas esas cosas, que para los lectores que habíamos leído Hora Cero, Frontera, El Eternauta, El Sargento Kirk, atrasaban 30 años, nosotros abandonamos la historieta después de la desaparición de estas revistas, yo nunca leí historietas de editorial Columba porque no me gustaban, porque tenían mucho texto, porque tenían indicaciones para los autores muy rigurosas, había un manual de guiones que decía: una historieta tiene que durar lo que dura un viaje en tren entre la estación central hasta un pueblo que estaba a 40 kilómetros: Retiro El Moreno. Es como tomar el tren, sentarse y estar casi una hora dándole hasta llegar a casa, tenía que durar una hora, para lo cual había que ponerle mucho texto, lo que se hacía finalmente era redundar todo el tiempo, por ejemplo en un cuadrito, una persona lloraba y teníamos que agregarle un texto que decía “sentía en su interior que se quebraron las fibras íntimas e irrepetibles que en ese momento creyó que lo llevarían a la destrucción total”, entonces así el lector tomaba más tiempo en pasar al cuadrito siguiente, esa mecánica que también es ideológica, en definitiva, es espantosa; allí sale Skorpio, proponiendo desde el primer número esa historieta memorable de Hugo Pratt, que nosotros lo consideramos pretensiosamente dibujante argentino, pero que era italiano y que hizo su gran carrera en Italia, esta historieta que se llamaba “El Corto Maltés” que estaba contada de otra manera, era como una idea de los viejos tiempos, Hugo Pratt fue discípulo de Oesterheld, el Corto Maltés tiene historias que cuentan vidas, la idea está tomada de esas historias del Sargento Kirk… …al aparecer esta revista, El Corto Maltés la marcó, era la revista del Corto Maltés y de alguna manera hizo que nadie la contara como se contaba en Columba, fue como una revista que habíamos conocido y que había desaparecido…”
Estas palabras, me traen al pensamiento ese sentimiento típico y nostálgico del coleccionista, el recuperar algo que habíamos conocido, querido y que luego había desaparecido.
Conocer a Carlos Trillo y Juan Sasturain, escuchar sus palabras, y conocer sus respuestas; fue como revivir la historieta, como recuperarla y amarla de nuevo, ver como dos tipos se pasean por la vida; como poco a poco la van moliendo y rehaciendo, como evitando el tiempo.